Comentario
La decadencia de Chavín de Huantar estuvo motivada en parte por el desarrollo de los centros regionales, más localizados, de menor extensión en su distribución, pero más centralizados políticamente y con asentamientos más densos y jerarquizados. Nos situamos ahora ante una etapa de florecimiento que ve desarrollarse las ciudades y los estados teocráticos, que organizan obras hidráulicas a gran escala en muchos valles costeros y sistemas de andenerías en la sierra. Como consecuencia de esta intensificación agrícola y del rescate de mayor cantidad de tierras arables, las poblaciones se incrementaron notoriamente y los artesanos manufacturaron excelentes cerámicas y textiles, trabajos en metalurgia y en piedra. Con la aparición generalizada del estado en los Andes Centrales, se hizo más frecuente la competición por los territorios y por la definición de las fronteras, y surgieron fortalezas y castillos para defender tales territorios.
Estos acontecimientos, no obstante, están definidos por la regionalización de las respuestas adaptativas a la nueva situación. De ahí que la evidencia arqueológica nos muestre una especialización artesanal intensiva, con diferencias de prestigio que se van a notar en el registro arqueológico que define la existencia de una sociedad jerarquizada.
Los investigadores denominan a esta etapa de otras maneras: Desarrollo Regional si se refieren a los Andes Septentrionales y Estados Teocráticos o Período Clásico si reconstruyen las culturas de los Andes Centrales. Se utilice una nomenclatura u otra, la evidencia más palpable es que nos encontramos ante una etapa de fuerte dinamismo cultural, caracterizada por pequeños territorios circunscritos -valles, cuencas hidrográficas, etc.-, donde la evolución cultural es más compleja en las costas que en la sierra.